sábado, 23 de abril de 2011

LA SABANA SANTA EN MISTERIOS DEL UNIVERSO



Se conoce por síndone a la Sábana Santa ,que se supone cubrió y sirvió de mortaja al cuerpo sin vida de Cristo una vez desclavado de la cruz, se encuentra actualmente en la capilla real de la Catedral de San Juan Bautista, en Turín (Italia).

El Sudario de Turín es una tela de lino amarillado que mide 4,36 metros de largo por 1,09 metro de ancho.
Se compone de varios trozos. El mayor mide 4,36 metros por 1 metro, otro mide 4,36 metros sobre 9 centímetros y fue añadido antes del año 1357, sin duda para centrar la imagen y dejar el conjunto simétrico.

La cara externa del Sudario ha sido forrada en 1534 con tela de Holanda y 22 trozos de tela de altar han servido para "taponar" los daños del incendio de 1532.

Fue tejida a espina de pescado y presenta una figura de un hombre muerto, que fue torturado, crucificado y presenta una herida en el pecho y que fue coronado con un casco de espinas, además de presentar pequeños ríos de sangre y suero del tipo AB, según señalan investigaciones.
Elaborada a mano, su urdimbre es de cerca de 40 hilos por centímetro, y en el sentido de  la trama de unas veintisiete pasadas o inserciones por igual extensión.


 EL CARBONO 14
La datación por radiocarbono, realizada en 1988 por tres laboratorios de Estados Unidos, Reino Unido y Suiza, fechó "el lino del sudario de Turín entre 1260 y 1390 (±10 años), con una fiabilidad del 95%", lo que implica que no pudo envolver ningún cuerpo en el siglo I

 En 1932,  un patólogo forense llamado Pierre Barbet, comenzó a estudiar la imagen desde el punto de vista médico y llegó a la conclusión que las «manchas de sangre» que hay alrededor de la herida del costado muestran también rastros de un líquido claro, lo que coincide con la descripción bíblica de la «sangre y el agua» que brotaron del flanco de Cristo. La sofocación provoca el depósito de mucosidad en la base de los pulmones, y Barbet pudo demostrar que una herida de lanza en el costado de un cuerpo humano atravesaría el extremo del pulmón izquierdo, dejando salir dicho líquido.El informe del doctor Barbet provocó un renovado interés de los hombres de ciencia.

Cuando Secondo Pía realizó en 1898 las primeras fotografías conocidas de la Sábana, al proceder al revelado de los negativos se encontró con que los clichés eran, en realidad unos excelentes positivos, de ahí que se considere que la imagen que aparece impresa en el lienzo es un negativo del cuerpo que reposó en el mismo.
Gracias al descubrimiento de Pía, podemos tener datos sumamente concretos de las múltiples heridas encontradas en el cuerpo del reo, los hallazgos desde entonces en materias medicas, anatómicas y Forenses, gracias al minucioso estudio que se han podido realizar con exactitud sobre el “negativo”son espectaculares;
El hombre que aparece en el lienzo, fue crucificado con solo tres clavos. Uno en cada mano y otro clavo que atravesó ambos pies, superpuesto uno sobre el otro. Tiene encogido el pie derecho dejando perfectamente marcada la huella de la planta, del izquierdo sólo se aprecia la huella del talón.
Las excoriaciones advertidas en la zona de los omóplatos, hacen suponer que llevó sobre ellos el palo horizontal de la cruz “patibulum” con un peso aproximado de unos 70 kg, y no la cruz entera (5). Tiene golpes y heridas en todas las partes de su cuerpo, cabeza, nuca, pecho, espalda, abdomen, muñecas y pies.


El proceso de la formación de la imagen en el sudario es incomprensible. La mejor forma de describirlo es como la «ebullición» del material superficial de la parte exterior del tejido. Algunos detalles indican que eso pudo haber sido causado por un violento estallido de energía radiante. 

El casco de espinas (casquete de espinas, nunca una corona) que llevaba el ajusticiado, con toda seguridad estaba hecho con una planta llamada “ Zizziphus Spina” los orígenes de dicha planta son Sirios, pero estaba muy extendida ya en la Judea de hace 2.000 años y se acoplan perfectamente a las características de las heridas. Dicho casco poco simétrico y ortodoxo en su forma, le cubría la cabeza al completo, al ponérselo (clavárselo a presión) le rompieron la arteria cervical a trabes de la nuca y de ella manó la sangre que llega en reguero hasta la espalda.

Las 120 heridas que aparecen sobre el cuerpo del hombre de la Sábana fueron provocadas por un tipo de látigo empleado por los romanos para sus castigos a los reos. 

La posición de las heridas de los clavos en manos y pies no se corresponden con lo que tradicionalmente se ha creído (se pensaba que los crucificados eran clavados por las palmas de las manos). Las heridas corresponden a una crucifixión real, datos que en la Edad Media se desconocían evidentemente.

Los restos de polen y de otras sustancias y el análisis del tejido con el que fue confeccionada la Sábana demuestran  la Sábana de Turín es originaria de la Palestina del siglo I de nuestra era y que contienen sangre humana del tipo AB.

El profesor Max Frei, destacado forense suizo ,Frei recogió partículas de polvo para que fueran analizadas en un laboratorio, encontrando 48 tipos diferentes de polen. La mayor parte de los granos provenían de Francia y el norte de Italia, pero siete tipos resultaron pertenecer a plantas halófilas (amantes de la sal) que suelen encontrase alrededor del Mar Muerto y en otras zonas de Palestina. 

Son también interesantes otras pruebas que, en vez de en la datación, se centran en el origen y significado de la imagen impresa en el lienzo. Se puede comprobar que la imagen del hombre que aparece es perfecta anatómicamente. El primer cirujano que certificó esta afirmación fue YvesDelage, un profesor de Anatomía Comparada de la Sorbona. Además, este profesor no era sospechoso ya que era un reconocido agnóstico. Para él, el hombre retratado había subido un martirio similar al que cuentan los Evangelios.

Expertos de la NASA en 1977, utilizando un ordenador descubrieron que la imagen tiene propiedades tridimensionales, que no pertenecen ni a las pinturas ni a las fotografías.


Sobre los ojos hay huellas de monedas acuñadas en el año 29 D.C. bajo Poncio Pilato. Esto corresponde a la costumbre de la época de Jesús de poner las monedas para mantener los párpados cerrados. Fueron descubiertas en 1954 y en 1978 reconocidas en mayor detalle.
 

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