"El momento presente contiene la clave de la liberación, pero no puedes encontrar el momento presente mientras seas tu mente" (E. Tolle).
Continuamente se puede enfrentar y solucionar cualquier escenario en el presente, porque el pasado quedó atrás, y el futuro aun no ha llegado. Al reconocer esto, instintivamente reconocemos además, como es habitual, que ni siquiera tenemos que pensar en ocuparnos de otro instante que el presente, y vivir conscientemente cada minuto de nuestra vida.
El pasado nos da una referencia con sus experiencias y nos sirven para asimilar cómo convendríamos proceder hoy para seguir progresando.
Los enemigos actuales de nuestra vida son los "hubiera debido" y los "si". Ellos son los que nos tienen encadenados a un pasado inalterable y permiten que un futuro impredecible nos arrastre.
Nuestra mente es difícil de someter y sigue continuamente sacándonos del minuto presente.
No nos habitamos a nosotros mismos, sino que nos hallamos divididos entre el pasado y su influencia al futuro. Existimos entre la añoranza de lo que ha sido y la angustia por lo que no es o por aquello nuevo que opinamos que será.
Sin embargo, el origen último que revela nuestro conflicto para vivir el presente es justamente algo que nos define como seres humanos: es nuestra capacidad de razonar o, más exactamente, el pensamiento.
Se trata de tomar consciencia de lo que estamos haciendo en cada momento para responder a la pregunta: "¿Qué estoy haciendo ahora?.Tomar consciencia de lo que hacemos observándolo y observándonos.
Implica, además, separarte del pasado, de las heridas. Si has conseguido dejar alguna vez tu mente en blanco, posiblemente conozcas la manera de vivir el presente. Mientras más te focalices en vivir el presente más poder le das a tu yo interior. Un ser que se despierta, que se divierte, que solo usa la mente para recordarse a sí mismo en su estado puro es auténtico, libre, trascendente, ya no tiene más temor al futuro, ni indecisiones respecto a él. |
A través de la reflexión del momento presente dejamos de concentrarnos en faltas del pasado o recelos del futuro, dejamos de ignorar la vida que nos envuelve hoy, para poner nuestra atención en el instante presente, en el día de hoy, y si realmente logramos vivir en el día, aliviaremos bastante la angustia de lo que podamos tener hoy.
La ilusión de postergar para un futuro cercano o remoto lo que aún no hemos logrado es una trampa que nos aparta de la posibilidad de transformar, en cada minuto, la felicidad que está al alcance de la mano de cualquier persona.
Actúa a manera que si fuera tu último día en la tierra. Vivir el momento y fluir con la vida. Concentrándonos y colocando el corazón en lo que hacemos ahora, estamos instaurando un mejor futuro.
Mientras el optimismo nos hace existir como si las cosas fueran a componerse pronto, la esperanza nos libera de la necesidad de adivinar el futuro y nos permite vivir en el presente, con una confianza intensa en que Dios jamás nos abandonará, sino que colmará los más recónditas aspiraciones de nuestro corazón.
HISTORIA
Un famoso gurú se iluminó. Sus discípulos le preguntaban:
- "Maestro, ¿qué consiguió como resultado de su iluminación?"
El hombre respondió:
- "Bien, voy a contarles lo que ella me dio: cuando como, como; cuando miro, miro; cuando escucho, escucho. Eso fue lo que ella me dio"
Los discípulos replicaron: "¡Pero todo el mundo hace eso!
Y el maestro se rió a carcajadas.
- "¿Todo el mundo hace eso?"
- "¡Entonces todo el mundo debe estar iluminado!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario